Recuerda que desde pequeña se inclinó por el arte. Le gustaban la pintura y las manualidades y quiso estudiar eso, aunque sus padres se oponían por los costos. Sin embargo, se mantuvo firme. “Les respondí que si no estudiaba artes, no estudiaba nada. Mi mamá aceptó y me dejó hacerlo. Ahora me dicen que lo que he querido, lo he cumplido”, comenta Irma entre risas.
“En las escuelas no me aceptaban por mi discapacidad”
La artista entró a estudiar en 1984, recién cuando tenía 8 años, pues enfrentó los prejuicios de las escuelas. “Me cerraban las puertas. Me tomaban los exámenes para después decirme que no podían aceptarme por mi discapacidad. Yo sabía leer, escribir, sumar, restar, pero no valía, porque no me admitían”.
Entonces su madre descubrió la Sociedad Ecuatoriana Pro Rehabilitación de Lisiados (Serli), donde Irma se distinguió como buena estudiante. De ahí pasó a la escuela. “Lloré porque pensé que iba a ser duro, pues ya estaba enseñada a ver chicos discapacitados. Ingresé al colegio nacional Provincia del Azuay, donde me aceptaron en un período de prueba. Si en 2 o 3 meses no rendía, debía retirarme. Pero fui de las mejores alumnas”.
Al tercer año decidió perseguir su sueño e inscribirse en Bellas Artes. Aprobó el examen de ingreso con buena calificación, aunque, según ella, “algunos me miraban como diciendo: ‘esta chica no va a poder’.
She remembers that since she was little she was inclined towards art. She liked painting and handicrafts and wanted to study that, although her parents were against it because of the costs. However, he stood firm. “I told them that if I didn't study arts, I didn't study anything. My mom showed and let me do it. Now they tell me that what I have wanted, I have fulfilled”, comments Irma between laughs.
“In schools they did not accept me because of my disability”.